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Jesús Robles Maloof

04/03/2014 - 12:00 am

Alfonso Cuarón, el migrante

“Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los barcos, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido”. Amin Maalouf 43 millones de personas de todos los […]

Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los barcos, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido”. Amin Maalouf

43 millones de personas de todos los rincones del planeta escucharon ayer mientras sintonizaban la televisión: “…esto es gracias a ti mamá y si he logrado esto es gracias a ti, te amo”. De pronto el eco de un murmullo de un hijo agradeciendo a su madre recorrió el planeta. Al escucharlo me sentí contento.

Me da felicidad el logro de Alfonso Cuarón porque como millones de mexicanos tuvo que dejar esta tierra para perseguir sus sueños y lo logró. En una sociedad, como la estadounidense, que a menudo discrimina a las personas migrantes de México y Centroamérica, debemos resaltar que Alfonso es uno de ellos.

No dejo criticar el papel de la Academia de Hollywood en la difusión del discurso hegemónico que como ha expuesto magistralmente Sofía Márquez busca premiar los roles de : “.. hombres desvalidos o en desventaja… que lograrán salir adelante heroicamente conquistando el corazón y la buena conciencia de la sociedad… mujeres duras capaces de llevar sus convicciones hasta el final (y de demostrar su validez en una sociedad liderada por hombres), o bien, tiernos personajes que nos recuerdan que el amor lo puede todo”.

La industria cinematográfica es etnocentrista con disfraces multiculturales; los valores americanos son continuamente colocados como moralmente superiores. Junto con la democracia y la igualdad son premiados el trabajo duro, la competitividad y la individualidad.

Esos son los valores de gran parte de la industria cinematográfica, pero no son necesariamente los valores de Alfonso, quien sin duda habla desde lo mejor de la cultura mexicana, chilanga diría él. Cuando pudo lograr la independencia para sus proyectos muy pronto emergieron las reflexiones sobre la solidaridad humana, sobre la corrupción de las élites y el falso discurso del terrorismo, esto con una mirada al alma humana profunda y entrañable.

Solo sé de cine lo que sabe cualquier persona que disfruta de la narrativa, aprecio las reflexiones y dilemas que ello me genera, por eso estoy contento por Alfonso a quien no conozco pero intento seguir. Pienso que no es un revolucionario o activista  (afortunadamente). Es una persona reflexiva y honesta. Vive pensando en su contexto histórico y eso le permite crear historias que confrontan.

Me gustó mucho su película “Children of men”. Cuando vino a México a presentarla en 2006 se refirió al modelo económico y social como: “… una estructura que está generando, por un lado, más mexicanos que están saliendo del país por necesidad o está creando gente como yo que somos braceros de lujo y que en lugar de integrar el trabajo a un desarrollo nacional nos tenemos que ir porque no se dan las condiciones”.

Pero los primeros años no fueron de ningún lujo. Su hermano Carlos recuerda cómo fueron los primeros años de Alfonso en EU tras migrar de México: “vivió en un coche. Los viáticos que teníamos en las películas se los mandábamos a él”. El director José Luis García Argaz narra que “vivían en un pinche cuartucho inmundo con una tele de 14 pulgadas blanco y negro y un coche que no servía de nada. A Alfonso le mandaban guiones para que diera su opinión y le pagaban 100 dólares y con eso iban al súper y compraban cualquier cosa”.

Por supuesto que su decisión, disciplina y talento lograron con el tiempo abrirle la puerta, pero en esa historia la solidaridad de su familia y amigos resultaron clave. El discurso que habla solo del “trabajo duro” como camino para el éxito siempre esconde  las políticas deliberadas de la explotación humana que fomentan las políticas migratorias de los gobiernos de Centro y Norteamérica.

Mismo discurso vacío que recientemente escuchamos de Obama, Peña Nieto y Harper quienes buscan una mayor “integración” de la zona mientras construyen y mantienen el más grande muro que existe entre dos fronteras y limitan la movilidad humana, para provocar una de las más grandes crisis humanitarias de nuestros tiempos. De decenas de miles de personas atacadas, desaparecidas o llevadas a la muerte en su trayecto al norte.

Cuarón ha recordado que la misma industria del cine en Hollywood fue construida por migrantes; la estatuilla de los premios Oscar está inspirada en Emilio “El Indio” Fernández, se dibuja ese afán de pertenecer a la obras artísticas de quienes eran ajenos a ese país, de la misma manera que los albañiles de las construcciones antiguas dejaron marcas individuales para afirmar su legado.

Por encima de los burdos esfuerzos de las televisoras mexicanas de hacer pasar como un logro del país algo que es logro de Cuarón y sus cercanos, y frente al despojo de las reformas priistas, queda el pensamiento crítico de Alfonso y su frase lapidaria: “Habían prometido que al vender el país iba a haber seguridad, pero ahora se está vendiendo el país y la seguridad está cada vez peor. Yo no cuestiono que deba haber reformas, pero sí el tomar partes de las reformas como puntos de partida a experimentos de comercio. Me parece aterrador”.

En efecto, vivir en buena parte de México es aterrador y mientras los niveles de violencia, de corrupción e impunidad crecen, las élites de este país se reparten nuestros recursos como botín. Oportunista de los momentos mediáticos, Peña Nieto felicitó al según su propia opinión “desinformado” Alfonso Cuarón. Desde el domingo la maquinaria de medios convencionales se movió para “pasteurizar” al director de cine de sus opiniones políticas.

La misma maquinaria la hemos apreciado en Internet, y es que miles de portales publicaron a modo como noticia la felicitación de Peña o su crítica a Cuarón. Si cualquier persona hace una búsqueda, en Google por ejemplo, de los nombres del priista y de Alfonso Cuarón, el mensaje de Peña abruma y hace desaparecer la crítica. Lo mismo en Twitter donde desde el domingo han soltado a los Peñabots descaradamente. La perversa y sutil censura mexicana. La persecución que felicita y saluda. No obstante queda la tenacidad como ejemplo; la de insistir en que nadie es ilegal en su propio planeta, la de reconocerse humano apreciando lo propio y valorando lo común.

Del mismo modo que las palabras dichas a la también migrate Eileen Truax: “No sé si yo soy un director universal, pero espero ser un ser humano más o menos. Tuvimos que ver muchísimas fotos del planeta para hacer esta película, para crear nuestro modelo de la Tierra; ver ese planeta que es hermoso, bellísimo, sin colores que separen a los países, sino una cosa orgánica, hace que cuando ves un mapamundi con colorcitos te parezca procaz. Yo sí creo que primero naces y después te dan pasaportes. En esto, a final de cuentas la nación es el cine y el lenguaje fílmico es universal”.

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Jesús Robles Maloof
Defensor de derechos humanos, entusiasta de los efectos transformadores de las tecnologías de la información. Hace años decidí unir mi voluntad a quienes luchan contra la corrupción, la violencia y la impunidad. Desde integro 2010 el colectivo de activistas digitales Contingente Mx. Colaboré como Senior Lawyer en New Media Advocacy Project y actualmente soy responsable del área de Defensa Jurídica de la organización Enjambre Digital que defiende las libertades en internet.
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